Vistas de página en total

martes, 9 de agosto de 2011

Carta eleusina No. 11



Iván Rodrigo García Palacios
Carta eleusina No. 11



"Todo disfraz inconsciente de las necesidades fisiológicas bajo la máscara de lo objetivo, la idea, la pura intelectualidad, es capaz de tomar proporciones pavorosas, y con bastante frecuencia me he preguntado si la filosofía, en resumidas cuentas, no habrá consistido meramente en una exégesis del cuerpo y un malentendido del cuerpo" (Friedrich Nietzsche, Gaya ciencia, Prólogo, II, segunda edición alemana (1886).


Apreciado Lucilio, "te saludo"


En vista que los comentarios de mi anterior Carta eleusina y los que te hice por teléfono te sentaron bien, he aquí otros, un paso más allá:


El pensamiento es el ordenador de la actividad consciente y los lenguajes son los códigos que lo hacen funcionar.


Pensamiento e imaginación son sensaciones organizadas, archivadas y conservadas en la memoria por el cerebro y que, convertidas en imágenes virtuales, provocan la acción y la comunicación.


Lo que diferencia es el sentido crítico, esa cualidad humana que funciona por necesidad, intención, decisión, voluntad, elección; lo cual no es otra cosa que anhelo y acción, como ya lo propuse en cartas eleusinas anteriores.


El cuerpo sólo reconoce sensaciones de placer y de dolor; nunca olvida, olvida eventos, pero nunca las sensaciones.


El inconsciente (freudiano y psicoanalítico) no puede existir porque para el cuerpo todo es sensación, se sea o no consciente de ella.


No es cuestión de olvido. Se deben restituir -no los recuerdos- sino los circuitos neuronales a su funcionamiento natural y adecuado: las sensaciones de bienestar (homeostasis).


La homeostasis, así como busca el bienestar del organismo, en su afán de supervivencia también puede causar dolor y muerte.

***


Todo lo produce el cuerpo (Nietzsche).


Todo es extensión del cuerpo (Marshal McLuhan).


Los neurocientíficos están reivindicando ahora el cuerpo, ese objeto que, si se quiere, fue sagrado para los arcaicos poetas y sabios griegos, así como para otros antes que ellos, cuando eso de cuerpo y alma no eran dos, sino uno. El espíritu era El Gran Anhelo (... y sin que se sepa qué es es eso, todos, sin excepción, anhelamos ser Dios).


Tal y como lo expresa Simónides:


"No hay vida humana deseable sin placer, / ni tampoco la tiranía. Sin alegría, / no es envidiable ni la vida de los dioses".


"No hay charis (encanto, bienestar) en la hermosa Sophia (sabiduría, arte) / si no se posee la salud, digna de honra".

O como luego Jenófanes:


"Pues los hombres creen que los dioses han nacido, / y hablan, se visten y parecen como ellos".


"Si tuvieran manos los bueyes y leones, / y pudieran dibujar como los hombres, / pintarían las figuras de sus dioses: / los caballos, caballos, los bueyes, bueyes, / y sus cuerpos semejantes a los propios".

En fin, han sido muchos siglos de escisión que los filósofos de los últimos tiempos no han sabido como superar. Es por ello que miran con temor a Nietzsche y a McLuhan, profetas eleusinos (la lista de sabios proscritos es extensa, ver Michel Onfray).


En fin... un asunto para seguir leyendo y escribiendo.


(Escribí para mí, para ti, para quien sea),


"Que sigas bien"


Iván Rodrigo García Palacios.



Licencia Creative Commons
Cartas eleusinas por Iván Rodrigo García Palacios se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.