Iván Rodrigo García Palacios
Carta eleusina No. 9
"A través de las palabras no aprendemos más que palabras: "verbis igitur nisi verba nos descimus".
(San Agustín, citado por George Steiner, Lecciones de los Maestros, Siruela/Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2007, p. 49).
Apreciado Lucilio, "te saludo"
En mi anterior carta sugerí un asunto pasmoso que es necesario seguir, al fin y al cabo esa es nuestra naturaleza.
Así que vuelvo a proponerme las preguntas que allí me inquietaron:
¿Estará la evolución del universo haciendo un bucle y en algún momento los Homo-Humanos se podrán comunicar entre ellos como si fueran uno?
¿Será esa la emanación natural de una consciencia colectiva?
Hasta el momento, se están dando esos pasos, pero en la dirección hacia los "borg", aquel aterrador cubo y aquellas criaturas parte humanos parte máquinas que viajaban por el espacio interestelar de la serie televisiva Star Treck".
Y aunque todo lo que sucede en el universo sucede porque sus leyes así lo determinan, no es a esa posibilidad de hombres máquina a la que me refiero, sino a esa otra posibilidad, también en concordancia con las leyes del universo, por la cual dos partículas distantes en el tiempo y en el espacio se comportan de manera especular.
Es en ese último escenario en donde es posible pensar que también los Homo-Humanos están dotados de similares cualidades, sólo que todavía carecen, así sea en buena parte, de los mecanismos necesarios para procesar y darle sentido a esa información en su actual estado evolutivo.
Y digo en buena parte, porque ya a nivel biológico, los Homo-Humanos están conformados, en primer lugar, de la misma materia y energía que con sus mismas cualidades conforma el universo. En segundo lugar, porque esa materia y energía, organizadas en los cuerpos vivos, tienen las habilidades necesarias para comunicarse entre ellos, así y en principio, sólo sea una comunicación reactiva. En tercer lugar y al nivel más complejo de la biología de cuerpos dotados de cerebro, estos también están dotados de mecanismos y procesos cerebrales mediante los cuales les es posible comunicarse entre ellos con formas de comunicación más sutiles y complejas, tales como las de identificar, identificarse y anticiparse a las reacciones y acciones de los otros. A nivel del Homo-Humano, la más compleja comunicación biológica se puede asimilar a lo que Marco Iacoboni y otros neurocientíficos definen y describen como empatía.
Más allá de este punto y sin que sea asunto de ciencia ficción, la evolución biológica y cultural de los Homo-Humanos plantea la posibilidad de la comunicación telepática, de la que, hasta el momento, o no existen o se desconocen la naturaleza, las cualidades y características del medio y del mensaje, para no hablar de lo que hace falta conocer de la naturaleza, las cualidades y características, del emisor y el perceptor, del Homo-Humano.
Hasta el momento se logrado con algún éxito el que una persona pueda mover el cursor en la pantalla y ejecute tareas sencillas en una computadora por medio de la implantación de un electrodo que conecta al cerebro con la máquina.
Sin embargo, poco más se conoce de los códigos y sistemas mediante los cuales en el cerebro se realizan complejos y sutiles procesos de recepción, modulación, valoración, trasmisión, producción, manejo, uso, memorización, expresión, etc., de la información con los que el cuerpo siente, imagina, piensa, se expresa, etc., tanto a nivel biológico como mental, para que su resultado sea el Homo-Humano que se expresa y se comunica.
***
Un primer punto de reflexión sería el comenzar a conocer otras historias de la evolución biológica y cultural del Homo-Humano, tales las de las lecturas y la escrituras, porque, como ya lo escribí en una carta anterior: lo decían los más antiguos de los antiguos griegos: en el pasado está prefigurado el futuro. El presente es un estado de paso.
Por ello, he aquí algo más de gaya ciencia:
Si se quiere conocer la importancia de la lectura y de la escritura en el desarrollo de la humanidad y de la civilización, es necesario considerar y conectar varias historias.
Las primeras, aquellas que parten de la naturaleza biológica del Homo-Humano y que contemplen la evolución de los elementos biológicos que lo capacitaron para ser lector y para inventar la escritura y, a partir de ello, las historias que interpretan y comprenden las trasformaciones biológicas y culturales, consecuentes.
Las segundas, aquellas que busquen establecer la historia del invento de la escritura desde los primitivos orígenes del Homo-Humano, cuando este ya era capaz de marcar, en su memoria y en el mundo, todo aquello que necesitaba recordar en el cumplimiento de sus imperativos naturales: supervivencia, reproducción y adaptación, mucho antes que aparecieran los primeros sistemas de escrituras, bien de aquellos de los que se conservan materiales que los sustentan, como de aquellos que, por la naturaleza perecedera de los materiales, ha sido imposible encontrar material alguno.
Las terceras historias, relacionadas con las anteriores, son las historias de la lectura, actividad que erróneamente se considera dependiente y subordinada de la escritura, pero que, como demuestro, son actividades independientes por su naturaleza, las cuales sólo se relacionan en lo concerniente a la escritura y a la lectura de sistemas o códigos escritos preestablecidos, pictóricos o gráficos, sencillos o complejos, mediante los cuales se busca conservar la memoria de algún asunto: bien sea de cantidades o de leyes o de historias o de cuentos o de cultos o de ritos, etc., con una intención deliberada que los proyecte y conserve en el tiempo y en el espacio.
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El Homo-Humano es lector y escritor por naturaleza y por necesidad.
Esta afirmación, apartada de toda consideración cultural y considerando sólo los aspectos biológicos, se explica porque el cuerpo, en particular, el cerebro y la totalidad del sistema nervioso, es lector y escritor por naturaleza. Lector, porque como ya se ha explicado, cuerpo y cerebro son órganos que permanentemente están leyendo tanto su propio estado como el estado de los otros y del mundo a su alrededor, por medio de complejos sistemas, códigos y procesos, de información.
Y escritor, porque esa información no concluye allí su tarea, el cuerpo y el cerebro la memorizan, la inscriben en mecanismos y procesos de memoria de los que todavía no se conoce en muy buena parte ni su funcionamiento ni los códigos o sistemas mediante los cuales se trasmite, conserva y utiliza.
Sin embargo, como cuerpos dotados de conciencia y conscientes, sabemos de la existencia y consecuencias de esos leer y escribir; lectura y escritura, que realizan el cuerpo y el cerebro, hasta el punto de que, a partir de allí y como lo propusiera Marschall McLuhan, se inventaron extensiones externas para expandir la capacidad y poder de su actividad.
Las primeras extensiones que como medios de información y comunicación inventó el Homo-Humano, necesariamente tuvieron que estar más cercanas al cuerpo y al cerebro y utilizaron los órganos desarrollados por la evolución biológica para funciones específicas, tales los casos de convertir en primitivos códigos o sistemas de información y comunicación, los movimientos y sonidos que podía producir el cuerpo.
A partir de allí, la evolución cultural se ha encargado de desarrollar códigos, sistemas y aparatos, cada vez más complejos, de trasmisión de información para la comunicación. Por una parte, los códigos y sistemas articulados de señas, señales, signos, símbolos, lenguajes, idiomas.
Y por la otra, los soportes materiales para conservar estos y que van desde la expresividad corporal conservada en la memoria a través de la música, la danza, los gestos y los sonidos, hasta el uso deliberado de materiales y objetos con fines expresivos, tales como el marcar o tallar objetos, pintar o tallar en las rocas o en otros materiales perecederos, ya perdidos para siempre, tales las cortezas de los árboles, la piel de los animales o la propia piel tatuada, etc.
Todos ellos son los antecedentes necesarios de los modernos medios de información y comunicación que hoy se utilizan como cosa natural y conocida.
Es por ello que hay que reconsiderar, tal y como lo corrige el sociolingüísta Louis-Jean Calvet, que el invento de la escritura y la lectura de códigos y sistemas articulados y soportados en materiales perdurables, sólo se remonte a los cuatro o cinco mil años antes de nuestra era, porque es a partir de allí que se conservan objetos.
O como lo considera la psicóloga Maryanne Wolf, que las trasformaciones cerebrales y mentales necesarias para la lectura y la escritura de esos códigos y sistemas se iniciaron a partir del invento de las escrituras hoy conocidas por estar soportadas en los objetos conservados.
Lo que si se puede decir y de acuerdo con lo propuesto por Maryanne Wolf y otros neurocientíficos, es que, a medida que los medios se hicieron más complejos, también la evolución cerebral y cultural se hizo más compleja y poderosa, por supuesto, todo ello debido a la acción paralela y simultánea de ambas evoluciones que han permitido llegar hasta el punto en el cual hoy nos encontramos y que, por lo que ahora sucede, es otro paso más hacia un destino que se imagina y se anhela, pero que se desconoce.
En fin... un asunto para seguir leyendo y escribiendo.
(Escribí para mí, para ti, para quien sea),
"Que sigas bien"
Iván Rodrigo García Palacios.
Unos versículos demás para el poema de la carta anterior:
¿qué es una palabra?,
es una mentira necesaria e intencionada.
¿qué es un beso?,
¿qué es una caricia?,
son palabras del cuerpo.
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