Iván
Rodrigo García Palacios
Carta
eleusina No. 14
WILLIAM
BLAKE : "Hold infinity in the palm of your hand"
Apreciado Lucilio, "te
saludo"
Quería
comentarte lo que por estos días ha concentrado mi atención y desde
hace muchos más, como lo puedes ver en mis primeras Cartas
eleusinas:
¿Qué
podría decirse en la actualidad de aquellos estados extáticos o de
ensimismamiento en los que Sócrates se sumergía para contemplar los
asuntos más complejos de su magisterio filosófico?
Para
mi gusto, tal y como lo trata Platón en Fedro y en Banquete, esos
estados son el fundamento eleusino de la pedagogía socrática y
platónica expuestas en la doctrina del Eros y la retórica, primero
en Fedro, sobre la manía, aquella que es la locura divina:
SÓCRATES: En la [locura] divina, distinguíamos cuatro partes, correspondientes a cuatro divinidades, asignando a Apolo la inspiración profética, a Dioniso la mística, a las Musas la poética, y la cuarta, la locura erótica, que dijimos ser la más excelsa, a Afrodita y a Eros" (Platón, Fedro: 265 a-b).
Y
luego, en Banquete, cuando Sócrates explica la "iniciación"
en los asuntos de Eros en la que fue conducido por Diotima, la
sacerdotisa de Maintinea. Magisterio y proyecto educativo que Platón
presenta en ese discurso eleusino mediante el cual Diotima se propone
"iniciar" a Sócrates
"[...] en la iniciación perfecta, la que comporta la contemplación" (Banquete, 210 a).
"Iniciación" que
pretende producir los cuatro "partos" y desarrollar las
cuatro etapas del progreso hacia la sabiduría, los cuales se
inician, para el "iniciado":
"De la multiplicidad a la unidad" (Banquete, 210 a-b).
Y
que culminan con el descubrimiento de nuevos conocimientos sobre la
naturaleza de la Naturaleza, sobre la naturaleza existencial del
Homo-Humano y, lo más trascendente, sobre su sí mismo, su conexión
con el "Uno y Todo", con la Naturaleza y con los otros:
"Engendrar ya no copias de la virtud... sino una virtud verdadera" (Platón, Banquete, 212 a).
Este
asunto espero exponerlo mejor en mi escrito Platón eleusino.
Pero,
con el paso del tiempo y con la evolución de las ideologías, las
religiones convirtieron a aquello, no sin desconfianza y temor, en
"Experiencia mística", en el terreno de lo sagrado y de lo
misterioso, tal y como todavía se la considera con más estigmas que
beneficios.
Sin
embargo, más reciente y todavía con mucha timidez e inseguridad,
las neurociencias ya se refieren a aquello como "Experiencia
mental", "Experiencia científica" y "Experiencia
estética".
Por
mi parte, prefiero llamarla "Experiencia primordial" o, con
menos énfasis, "Experiencia inventiva o ingeniosa" (para
los que así lo prefieran, pueden llamarla "Experiencia creativa
o creadora"), porque, para mi, lo que en esos estados se sucede
en el cerebro, como lo están demostrando las neurociencias, no es
otra cosa que el estado en el cual, ante "la visión y
contemplación" de la inmensidad y la multiplicidad de un asunto
con el que se ha convivido por largo tiempo, se inicia, en medio de
dolores y placeres sublimes y refinados, la fecundación de la razón,
por la cual se gestará y nacerá la unidad de un nuevo
descubrimiento -la elección de la mejor de entre muchas hipótesis-,
lo que nos llena de entusiasmo y regocijo. Eso si que es un estado
extático.
Las
filosofías y las ciencias son escrupulosas al momento de excluir de
sus campos de conocimiento todo aquello que no pueda ser explicado de
manera racional. Es por ello que apartan y califican como irracional
lo que se esconde o escapa a sus explicaciones.
Es
así que en sus conceptualizaciones y definiciones, los significados
y connotaciones de la experiencia están restringidos a lo meramente
empírico y racional y se afanan en apartar cualquier sentido y
significado referido a lo irracional del término, máxime si este se
refiere a asuntos empíricos como la mente o la ciencia, porque en
esas actividades es un contrasentido pensar en sucesos o situaciones
extra-racionales como los que se presentan en la imaginación o en
las artes o en el enamoramiento, porque en aquellos, un
descubrimiento o un invento científico, son el resultado exclusivo
de un proceso racional, a diferencia de la imaginación y las artes
que producen sus obras por procesos estéticos, es decir, por
"experiencias" de lo sensible, lo tangible y lo intangible
a un nivel supra-racional.
Y
es aquí donde la experiencia se complica, primero, porque toda
experiencia es un principio para la comprensión y
la búsqueda de sentido y en el descubrimiento de nuevos
conocimientos. Un proceso que, como lo describe Jean-Pierre Chageux
para la compresión de un cuadro, igual se sucede para el desarrollo
y realización de una idea científica o de un invento:
"La multiplicidad de sentidos del cuadro, su sobrecodificación estilística, hace que su contemplación no tenga nada de sumisión pasiva. Todo lo contrario. Los diversos sentidos que posee no se entregan necesariamente al espectador de manera simultánea. Este los evoca, uno tras otro, sin que los encadene siguiendo una lógica universal, como la de un razonamiento científico. El cuadro posee una facultad de despertar significaciones que responden a las razones estratégicas del pintor, para utilizar la expresión de Granger. Interroga al espectador, que forja hipótesis para redescubrir esas razones y "repite en pensamiento la proeza imaginativa realizada por el artista" (H. Gombrich, La ecología de las imágenes). La contemplación se vuelve recreación donde se ponen a prueba las hipótesis que el cuadro sugiere al espectador. Entran en resonancia y son conservadas, si no corregidas o eliminadas. Formas, imágenes e indicios reclutan objetos de sentido que eventualmente pueden salir del marco intencional del artista y formar parte de la memoria a largo plazo del espectador a raíz de experiencias individuales. El cuadro afecta a ese almacén inconsciente y lo hace emerger mediante la focalización de su atención en el compartimiento consciente de la memoria a corto plazo. Se desarrolla entonces un diálogo imaginario con el cuadro, que se hace "sueño compartido", y ese poder sobre el imaginario es particularmente vivo cuando la representación se aparta de la simple mímesis, cuando se produce una distanciación" (Jean-Pierre Changeux, Razón y placer, Tusquets, Metatemas, Barcelona, 1997, p. 35).
Segundo,
porque tanto en lo científico como en lo estético, el inicio del
proceso es el mismo, tal y como lo propone Platón en Banquete: una
"visión" y una "contemplación" de lo múltiple
a la unidad; unidad que es donde se establecen las diferencias,
porque, como a continuación de lo anterior, agrega Chageux:
"A diferencia del concepto científico, que se cierra sobre un sentido preciso y apunta a la universalidad, la obra de arte por el contrario, por su facultad de despertar, se abre a una multiplicidad de experiencias de pensamiento que dejan la mayor parte a lo subjetivo, a la experiencia individual" (Jean-Pierre Changeux, Razón y placer, Tusquets, Metatemas, Barcelona, 1997, pp. 35-36).
Ese es el inicio del
proceso, que no del "primer pensamiento", como lo denomina
Jean-Pierre Changeux, porque bien puede iniciarse con una sensación
o una imagen, las que, a continuación, pueden producir un
pensamiento. Esto bien puede acomodarse con la descripción y
explicación que el mismo Changeux hace:
"Edgar Allan Poe ha descrito esos "laboriosos e inciertos partos del pensamiento, los verdaderos designios comprendidos únicamente en el último minuto, los innumerables relámpagos de ideas que no alcanzan la madurez de la plena luz, las imaginaciones plenamente maduras y rechazadas sin embargo por la desesperanza de ponerlas en práctica, las elecciones y rechazos largamente sopesados, las tachaduras y adiciones penosas" que hacen de las primeras etapas del proceso creador una "experiencia mental" de carácter eminentemente darwiniano. En un estado de atenta expectativa particularmente agudo, el artista evoca, disocia y vuelve a combinar imágenes y representaciones a veces sin saberlo, hasta que en su cerebro se estabiliza el "esquema ideal", "la idea primera" (Jean-Pierre Changeux, Razón y placer, Tusquets, Metatemas, Barcelona, 1997, p. 44).
Para
Changeux, en el proceso de creación se presentan, primero, una
"experiencia científica", que es el resultado "de un
desarrollo complejo en el tiempo, de una evolución, o más bien de
una imbricación de evoluciones", que serían la formación de
una intuición o esquema mental, su actualización y su ejecución,
por parte de un artista o un científico.
Más
adelante, Changeux agrega a este proceso la "experiencia
mental", a la que le imprime un "carácter darwiniano"
que bien puede explicarse como un proceso selectivo entre diversas
opciones o hipótesis.
Aun
cuando Changeux se está refiriendo específicamente al proceso
creativo del pintor, al que diferencia del científico por el
resultado, como se mostró atrás, es decir, un proceso cerrado para
lo científico y un proceso abierto para lo estético, lo cierto es
que, hasta ese punto, ambos procesos son iguales ya que tienen su
origen en una "experiencia íntima o interior" que sólo se
diferencia por las materias y las informaciones que científicos y
pintores procesan. Esta "experiencia creativa" es todavía
inexplicable para las ciencias.
Esa
"experiencia íntima o interior " es a lo que denomino
"experiencia primordial" o "experiencia creativa"
(para aquellos que prefieran esa connotación pedagógica en lugar de
la connotación espiritual de la otra expresión, la cual es más
acorde con mi planteamiento), es decir, es la "visión" que
se logra tras una intensa "contemplación", tal y como lo
describe Platón de la "experiencia eleusina":
"3 [A 17] Desde luego que yo no he escrito nada sobre esas cosas, y nunca lo escribiré; porque este conocimiento no es en modo alguno comunicable, como otros, sino que sólo después de una intensa familiaridad con el objeto y después de haber convivido largo tiempo con él, de repente -como luz que brota de una llama palpitante- surge en el espíritu y el mismo se alimenta de sus propias virtualidades" (Platón, Séptima carta, 341 c-d).
Por
otra parte, "Los Sabios" presocráticos ya se habían
planteado las formas del cómo era posible conocer. Ellos hablaban de
como los hombres llegaban al conocimiento por medio del análisis de
las atracciones y de los rechazos entre las cosas iguales y las
diferentes, de la ley de los contrarios, de lo que es y lo que no-es,
en fin, la lógica incipiente de una razón que podía aprehender y
explicarse las realidades de la Naturaleza y las realidades de la
naturaleza existencial.
Por
lo que actualmente están demostrando las neurociencias, Platón y
"Los Sabios" tenían una compresión muy atinada de la
naturaleza y de los procesos mediante los cuales el cerebro procesa,
sintetiza, memoriza y proyecta, las informaciones que percibe en el
sí mismo, en los otros y en el mundo y lo aplicaban a su existencia
interior y pública y al magisterio con sus discípulos.
De
manera sencilla, lo que están demostrando las neurociencias es que
el cerebro procesa las informaciones que percibe, así: diferencia,
contrasta, armoniza, ordena, organiza, clasifica, memoriza, asocia y
reproduce, informaciones, para luego anticipar y proyectar sus
acciones, tanto a nivel metabólico como a nivel consciente,
generando de esa manera los mapas con los cuales se integra la mente,
como lo muestra Antonio Damasio, tomando una de las proposiciones de
la Ética de Spinoza:
Como lo definió Spinoza,
mente y cuerpo son atributos paralelos, manifestaciones, de la misma
sustancia (Ética, parte I),
para luego agregar:
"PROPOSICIÓN XIII"El objeto de la idea que constituye el alma (mens) humana es un cuerpo, o sea, cierto modo de la Extensión existente en acto, y no otra cosa" (Spinoza, Ética, II, Proposición XIII).
Lo que en palabras directas
quiere decir, para el uso que le da Antonio Damasio:
"La mente humana es la idea del cuerpo humano" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009).
Y
ese cuerpo inventa (o crea, según el gusto) las extensiones de las
que hablaba Marchall McLuhan, por
medio de las cuales establece y desarrolla su Ser y Estar en el
mundo.
Y
la mayor y más humana de esas extensiones es la que describe
Nietzsche:
"El cuerpo creador se creó el espíritu como una mano de su voluntad"."[...] Espíritu - es la vida que muerde en la propia carne ¡en su padecimiento acrecienta su saber!" (Nietzsche, Así habló Zaratustra, I, De los despreciadores del cuerpo).
He
ahí la "Experiencia primordial", el espíritu, que es el
Gran Anhelo de futuro:
Anhelo: Deseo
vehemente de conseguir alguna cosa.
Anhelo que para Spinoza es
el "conatus":
"PROPOSICIÓN IXEl alma, ya en cuanto tiene ideas claras y distintas, ya en cuanto las tiene confusas, se esfuerza por perseverar en su ser con una duración indefinida, y es consciente de ese esfuerzo suyo" (Ética, II).
Lo
que se explicaría, también y según Spinoza, que el
hombre se definirá por su anhelo y, en general, todas las cosas por
su conatus.
Esta
ley del conatus
es general para toda la naturaleza, aunque sólo en el hombre alcance
la dimensión vital, existencial y psicológica que las palabras
"perseverar, duración, esfuerzo", parecen conllevar.
Pero, también, según
Antonio Damasio:
"El anhelo es un rasgo profundo de la mente humana. Esta implantado en el diseño del cerebro humano y en el acervo genético que lo engendra, no menos que los rasgos profundos que nos conducen con gran curiosidad hacia una exploración sistemática de nuestro propio ser y del mundo que lo rodea; los mismos rasgos que nos impulsan a construir explicaciones para los objetos y situaciones de este mundo. El origen evolutivo del anhelo es completamente plausible, pero la explicación necesita otro factor para que uno pueda comprender por qué la constitución humana acabó por incorporar el rasgo. Creo que en los seres humanos primitivos funcionó un parecido factor de la misma manera que está funcionando ahora. Su consistencia tiene que ver con el poderoso mecanismo biológico que hay tras él: la misma empresa natural de autopreservación que Spinoza enuncia de forma tan clara y trasparente como esencia de nuestro ser, el conatus, es llamado actuar cuando nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento y, en especial, de la muerte, real o anticipada, ya sea la nuestra o la de los que amamos. La perspectiva misma del sufrimiento y la muerte trastorna el proceso homeostático del espectador. La empresa natural para la autopreservación y el bienestar responde al trastorno con una lucha para evitar lo inevitable y corregir el equilibrio. La lucha provoca que encontremos estrategias compensadoras para la homeodinámica que se ha desviado del camino recto; y el darse cuenta de toda la situación comprometida es causa de profunda aflicción" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobilogía de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 249).
Es
en ese contexto en el que, por un "calentamiento cerebral",
concentración extrema de la atención, motivado por la imperiosa
necesidad de resolver una situación agobiante, se sucede "una
experiencia excepcional " de naturaleza biológica, anímica o
intelectual, por la que se provoca y produce una conformación
emergente, breve o duradera, de un nuevo sistema de circuitos y
conexiones neuronales nuevos, en los que se involucran otros
sistemas, circuitos y conexiones, existentes o se reactivan otros que
estaban inactivos o habían sido eliminados, causando un estado de
exaltado entusiasmo y gozoso regocijo.
Eso
es lo que se sucede en el proceso de recuperación de una penosa
enfermedad corporal o cuando se sufre y supera un desasosegante
estado anímico o cuando se encuentra la solución a un problema
intelectual o cuando se logra, al fin, la realización de una obra de
arte. Y, por qué no, similar al estado de euforia y plena
satisfacción tras la consumación del acto sexual, por largo tiempo
necesitado y deseado, con la pareja amada (ver: Iván Rodrigo García
Palacios, Del ferino furor del enamoramiento).
He
ahí la acción del Eros cósmico y del Eros terrenal, magma
volcánico que emerge violentamente de lo más profundo para destruir
la vieja vida y engendrar una nueva.
Como
puedes ver, y es mucho más lo que queda por ver, a la hora de una
verdad más humana, ese asunto de la "experiencia primordial",
a la que le han metido demasiada "mística", está mucho
más cercana a la carne, esa carne, que como lo propone Santayana, es
de donde emana el espíritu (George
Santayana, Platonismo y vida espiritual, Trotta, Madrid, 2006, p.
57).
En
fin... asuntos para seguir leyendo y escribiendo.
(Escribí para mí, para ti,
para quien sea),
"Que sigas bien"
Iván Rodrigo García
Palacios.
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