Carta
eleusina No. 13
Iván
Rodrigo García Palacios
Ariadna y Dionisios.
Apreciado Lucilio, "te
saludo"
Hoy son varios los asuntos
que quiero poner a tu consideración.
Desde hace algunos años un
viejo y muy buen amigo me dice que en lo que hago soy místico. Pero,
por los prejuicios y confusiones que a ese asunto le han a-signado
las ideologías religiosas cristianas, no sabía si sentirme alagado
o molesto, al principio, más bien lo segundo. Pero, conociendo a mi
amigo, sabía que me lo decía por lo primero.
Así que y para ser justo
con él y conmigo, emprendí la labor de conocer más sobre el asunto
y descubrí que quizás el primer uso de la mística y de lo místico
con el significado y el sentido de los que se partió para su
posterior tergiversación, deformación y confusión, se remonta a la
celebración de las festividades de los misterios eleusinos, en las
cuales y para poder participar en las ceremonias secretas, era
necesario ser "iniciado en los misterios", un "mystes",
que es el concepto de donde se derivan las palabras mística y
místico (Del latín mystĭcus, y este del griego μυστικός)
y de ellas, las acepciones cristianizadas que son precisamente en
donde se originan los prejuicios y confusiones, hasta el punto que
los verdaderos místicos son un problema para las instituciones
religiosas.
Así que me fui hasta los
misterios eleusinos para explorar la naturaleza original del asunto y
allí me encontré con que la "iniciación" y el "iniciado"
eleusino poco más tenían que ver con las interpretaciones
cristianizadas de la mística y de lo místico y que, por el
contrario, era un asunto maravilloso con profundas y fecundas raíces
en y de la naturaleza humana.
No de otra manera se podría
interpretar el por qué para Platón el filósofo es "el amigo
de la sabiduría", mientras que "El Sabio", es aquel
quien ha sido "iniciado":
"Pero ver el fulgor de la belleza se pudo entonces, cuando con el coro de bienaventurados teníamos a la vista la divina y dichosa visión, al seguir nosotros el cortejo de Zeus, y otros el de otros dioses, como iniciados que éramos en esos misterios, que es justo llamar los más llenos de dicha, y que celebramos en toda nuestra plenitud y sin padecer ninguno de los males que, en tiempo venidero, nos aguardaban. Plenas y puras y serenas y felices las visiones en las que hemos sido iniciados, y de las que, en su momento supremo, alcanzábamos el brillo más límpido, límpidos también nosotros, sin el estigma que es toda esta tumba que nos rodea y que llamamos cuerpo, prisioneros en él como una ostra" (Platón, Fedro, 250 b-c. Traducción, introducción y notas de E. Lledó Íñigo, Gredos, Madrid, 1997 ).
De esa inquietud nació mi
texto Platón eleusino, con el cual, además y junto con las primeras
de estas Cartas eleusinas, espero ilustrar a otro amigo que se
siente, como yo lo sentía, con cierta aversión por las
malinterpretaciones cristianas de la mística y lo místico.
Por ello, puedo ahora decir
que si, mi viejo y muy buen amigo me alagaba. Lo que yo hago es
místico y lo es por el estado de entusiasmo y regocijo que me
embarga al hacerlo, pero no sé si lo es en el sentido esotérico de
Juan de la Cruz y Teresa de Jesús que le son tan caros a él, o lo
es por el estado dionisiaco con el que prefiero identificarme, lo
cual no tiene importancia, porque, al fin y al cabo, en ambos
sentidos, es lo mismo: una aprehensión plena y dichosa, con sus
fulgores y sus sombras, de la propia interioridad en su Ser y Estar
en el Uno y Todo.
***
Y en esa exploración
re-visité los diálogos platónicos y me encontré con otro asunto
íntimamente conectado e igualmente tergiversado, deformado y
confundido por el poder cristianizado: el uso de los significados y
sentidos de Eros y Amor relacionados con los asuntos existenciales,
filosóficos y científicos.
En la visión del mundo
cristianizada, Eros es la fuerza que mueve los apetitos
concupiscibles humanos y Amor es la fuerza que atrae y une las almas,
una división absurda de cuerpo y alma. Además, se establece la
exclusión o la tergiversación, igualmente absurdas, de lo qué es
el espíritu.
Esa dualidad cuerpo y alma,
así como la concepción de Espíritu, son asuntos en los que, ni
para los antiguos griegos ni para las actuales ciencias y filosofías,
existe ni tal razón ni tal explicación. Por el contrario, para los
antiguos griegos y para las actuales ciencias y filosofías, Eros,
Amor, Espíritu, son fuerzas y manifestaciones de la carne, su
aliento vital.
Pero, además, las
confusiones se hacen peores cuando los traductores e interpretes de
los textos griegos, traducen e interpretan como si fueran iguales los
significados y sentidos para Eros y Amor, cuando el mismo Platón,
tanto en Fedro como en Banquete, establece muy clara y ampliamente lo
que para él y para su Sócrates son Eros y Amor, así como Carne y
Espíritu: para él son el "furor divino" del que habla en
Fedro (254 a) y en Ión (533 e-f). Aun más, también él establece
un propio significado y sentido para aquella unión espiritual que se
sucede entre amantes o amigos y la llama Ágape.
O para decirlo con imágenes:
Eros es magma volcánico y
el Amor es agua tibia. El uno emerge violentamente de lo más
profundo para destruir la vieja vida y engendrar una nueva. El otro,
es apenas un caldo cálido en el cual la vida se solaza. Tan
necesarios el uno como el otro.
Ese es el misterio de los
Misterios Eleusinos: la "experiencia y el conocimiento" que
proporcionan al "iniciado" la visión de la unión de
Dionisios y Ariadna (La Gran Diosa Madre, la que para los griegos son
Deméter y Perséfone-Kore): muerte y renacimiento de la vida y de la
materia:
"Dichoso el que entra bajo la tierra, después de haber visto estas cosas; / conoce el fin de la vida, / y conoce su principio, el que le dio Zeus" (Píndaro. fr. 137).
***
Y como la cosa se pone
peliaguda, se me ocurrió lo siguiente:
Ni las filosofías ni las
teologías ni las ciencias podrán tener un fundamento único en este
mundo, porque este mundo es infinito.
Pero tampoco podrán tenerlo
en otro mundo, porque ni se sabe ni podrá saberse, si tal mundo
existe o no existe.
Sólo podremos conocer y
saber lo que es el mundo en el que somos y estamos y, por ello, todo
fundamento, entonces, es y será finito.
Más modestas y honestas son
las aspiraciones de la poesía y de la literatura, que saben que sus
presupuestos son ficticios, pero no imposibles ni ajenos a las
infinitas posibilidades de la materia y de la vida: materia y vida
son los únicos fundamentos.
***
Aviso clasificado y etc.
Se necesitan padres y
maestros vivos.
Se necesitan hombres y
mujeres
sanos en su aliento vital.
Hijos de la madre tierra.
Pero...
¿Qué vida pueden fecundar
y engendrar
hombres y mujeres muertos en
vida?
Zombie o Frankenstein:
padres, madres y maestros
de los hijos sin nacer.
Carne que niega y rechaza la
carne.
Carne que la cultura
remplaza con prótesis:
Cuerpo por alma,
Espíritu por sumisión,
Sentir por pensar,
Curiosidad por obediencia,
Imaginación por orden,
Contemplación por teoría,
Memoria por futuro,
Instinto por lujuria,
Apetito por gula,
Eros por ira,
Madre por guardería,
Necesidad por miedo,
Placer por anfetaminas,
Dolor por analgésicos,
Entusiasmo por obligación,
Regocijo por parranda,
Embriaguez por rituales,
Locura por pesadillas,
Juego por pedagogía,
Sensaciones por códigos,
Arte por oficios,
Sabiduría por autoayuda,
Sueños por ambición.
Y el espíritu, el gran
anhelo
por dioses desmadrados.
Etc.
Así aleguen lo contrario.
***
En
fin... inquietudes para ejercitar el aliento vital.
(Escribí para mí, para ti,
para quien sea),
"Que sigas bien"
Iván Rodrigo García
Palacios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario